Still life (Technologies of the self, Antígona)
Agujas, 6 m de hilo de plata, espejo y piel. Dimensiones variables.
«El hombre es un invento reciente [...] un artefacto efectivo con un muy largo y complejo proceso histórico.» (Michel Foucault, Tecnologías del yo, 2000: 42)
La serie Tecnologies of the self la conforman distintas piezas en torno a la figura del sí mismo foucaultiano de Technologies of the self (1982); en todo momento debemos tener presente que este "yo" traduce "self" o "soi"; que este "yo" no es el sujeto sino la interlocutora interior de ese sujeto: que es "una misma": por lo dicho, hemos decidido mantener el título de la serie en su original del inglés. Estas tecnologías, en palabras de Foucault, quedan caracterizadas como «aquellas técnicas que permiten a los individuos efectuar un cierto número de operaciones en sus propios cuerpos, en sus almas, en sus pensamientos, en sus conductas, y ello de un modo tal que los transforme a sí mismos, que los modifique, con el fin de alcanzar un cierto estado de perfección, o de felicidad, o de pureza, o de poder sobrenatural, etc.» (Foucault, Tecnologías del yo, 2000: 35)
Es en la forma del autorretrato, del 'self-portrait', de este "sí misma", donde se intenta encontrar la mismidad del sí en un movimiento dialéctico del sí reflexivo, en dos sentidos: auto significa "la misma", pero también la noción de identidad. La mismidad es la capacidad del yo para exhibir, para desplegar, sus propias posibilidades: tiene lugar solo en la superficie.
La experiencia es un origen contemporáneo, una forma de retrospección. Una experiencia comienza con la aparición de una cosa (das Ding) y con el primer movimiento hacia ella.
Volver al yo es 'ser-una-misma'. Y, sin embargo, este retorno no deja al yo más cerca de lo que estaba: una misma es lo más próximo. No solo la aproximación se revela aquí imposible, sino que la mismidad, si fuera cuestión de mantenerse en esta proximidad sin parangón, de atenerse a ella, sería insoportable. En esta proximidad insostenible únicamente cumple oficio de retorno un movimiento hacia el yo que la arroja hacia el pasado: puesta en escena del retorno, allí donde no hubo la menor distancia.
De manera que la retrospección (Del lat. retrospicĕre, mirar hacia atrás) es, en efecto, activa, un gesto que hace retroceder al yo, descifrarse a sí misma. ¿A qué parte de sí misma debe renunciar? ¿Qué es lo que una debe ser capaz de saber sobre sí para desear renunciar a algo?
Las operaciones permitidas y prohibidas en el juego de la mismidad, del descubrirse en el mise à nu, contemplándose en un elemento similar, en el espejo: los sentimientos representados, los pensamientos, los deseos que pudieran ser experimentados, los impulsos que llevan a buscar dentro de sí cualquier sentimiento oculto, cualquier movimiento de la voluntad, cualquier deseo disfrazado bajo formas ficticias. Esta es la única mismidad posible, pues solo alejando al yo se le puede dar una voz.